Texto de: Laura (@creciendoengaia)
Cuando nos sentimos mal solemos buscar la causa fuera de nosotros: “Estoy triste porque esto no ha salido como esperaba” “Estoy enfadada porque mi mejor amigo me ha dicho o hecho X”.
Hacerse responsable de uno mismo es de las cosas que resultan más difíciles de incorporar en nuestro día a día porque damos por hecho que nuestro malestar siempre es consecuencia de una acción ajena a nosotros.
Cuando ocurre algo y no ponemos el foco en el otro sino en nosotros, la magia empieza a tener lugar en nuestra vida.
Todas las emociones deberían llevarnos a examen pero la emoción por excelencia que va ligada a la introspección es la tristeza. La tristeza nos baja de revoluciones y nos abre paso a mirar hacia adentro, nos permite evaluar en qué punto nos encontramos y hacia adónde queremos ir.
Si la vida que tenemos no nos satisface habrá que poner sobre la mesa qué cosas nos están restando a nivel emocional, laboral, social, etc… Y cuáles nos están sumando.
Importante también es escuchar a nuestro cuerpo en nuestras reflexiones. ¿Cómo me siento en esta situación o con esta persona? ¿Siento rabia, tristeza, impotencia, envidia, celos?
Nuestras sombras también necesitan ser vistas, aceptadas y validadas y esa parte es la que más resistencias genera, principalmente por nuestras creencias. Creemos que sentir, por ejemplo, envidia o celos nos hace ser indignos y que nosotros estamos muy por encima de eso y acabamos enmascarando algo que necesita ser atendido, provocando un caos en nuestro interior de dimensiones inabarcables.
A veces necesitamos apartarnos del camino que teníamos previsto, tomar distancia con personas o situaciones para que nuevas rutas nos encuentren y nos guíen.
Es imposible perderse cuando sigues el llamado de tu alma.
Que estés bien 🌛🌕🌜
Laura atiende consultas de Tarot terapéutico. Puedes ponerte en contacto con ella a través de Instagram (@creciendoengaia)