Texto de: Laura (@creciendoengaia)
Qué difícil resulta a veces tomar una decisión. El corazón quiere ir por un camino y la cabeza nos manda hacia el lado opuesto. Esa encrucijada puede llevarnos al mayor de los desgastes ya que invertimos una gran cantidad de energía y tiempo en tomar la decisión “correcta”.
¿Cuál es la decisión correcta? ¿Acaso existe la decisión correcta? ¿Desde dónde estoy decidiendo, en realidad?
A veces es necesario aprender a saltar al vacío y es algo que a la mayoría de nosotros nos cuesta ¿Por qué? Porque el cerebro es adicto a la predictibilidad, aunque lo predecible no sea lo mejor para nosotros.
Muchas veces saltar al vacío es apostar por uno mismo. Por aquello que me muero por hacer y no hago por temor a las consecuencias.
¿No os ha pasado,en ocasiones, en que dudáis si hablar a esa persona o no hablarle, si decirle eso que estáis sintiendo o mejor omitirlo, etc.? Detrás de todo eso hay un proceso mental contaminado de interpretaciones que no son ciertas, pero son la excusa perfecta para seguir anclados en la duda, en la encrucijada, en la incertidumbre. Esa energía que se genera y que se queda bloqueada, necesita salir de algún modo y necesitamos armarnos de valor para dar ese salto al vacío.
A veces, ese salto al vacío significa un cambio en la forma de ver o percibir cómo vemos el mundo, o mejor dicho, cómo vemos al otro. Creemos que cambiar es un proceso complejo, que necesitamos demasiadas cosas, pero en realidad, menos es más. Y la vida, en incontables ocasiones, solo nos pide cambiar el foco.
Puede que observemos a alguien verbalmente agresivo. Ahí tenemos dos opciones: Podemos fijarnos y quedarnos con esa agresividad verbal, o podemos ver más allá y darnos cuenta de su necesidad de ser visto, y desde ahí, conectar con ello. Porque solo desde ahí nos volvemos poderosos.
Ese es el delicado arte de escuchar con el alma.
Que estés bien 🌛🌕🌜
Laura atiende consultas de Tarot terapéutico. Puedes ponerte en contacto con ella a través de Instagram (@creciendoengaia)