…Ella, aprendió a esperar, sabía que no podía, ni debía, compartir la sabiduría que contenía aquel libro con cualquiera, ya que algo tan valioso sólo sería comprendido por aquellos que se acercaran a ella con las manos y el corazón abierto.
Muchos fueron los que se atrevieron, pero al leer las primeras letras, huyeron despavoridos como alma que lleva el diablo.
Otros, con demasiado esfuerzo, llegaron a la mitad de sus páginas, e incomprensiblemente cayeron en el abismo del miedo, la culpa y el no puedo.
Pero fue, sólo una minoría, la que resistió leerlo hasta el final y, leales a todo aquello que contenía, descubrieron de lo que se trataba, pues enseñaba que el compromiso y la confianza en uno mismo. Tenía el poder de deshacer cualquier cadena a la que estuviesen atados y eso… eso los hacía libres.