…Ella no comprendía que un vacío pesara tanto.
La partida de su compañero de vida le desgarró el Alma, robándole la valentía que poseía.
Cada noche era una amenaza para ella, pues luchaba a contracorriente intentando controlar sus miedos y, como si de una danza se tratara, se sentaba en el balcón a mirar La Luna esperando respuestas .
Pero una noche se rompió. Sus miedos la golpearon tan fuerte que comenzaron a sangrar de nuevo sus heridas.
-¡Maldita seas! – gritaba a La Luna mostrándole a modo de ofrenda los desgarros provocados por el miedo a la soledad – ¡Maldita seas! ¿Es que no tienes compasión?
-¿Qué más quieres de mí? Mira mis heridas – seguía gritando.
Pronto sus gritos se convirtieron en llanto, un llanto tan doloroso que le hizo caer inconsciente al suelo.
Nadie la volvió a ver.
Dicen que el frío de la noche congeló sus lágrimas y voló junto a su amado.
Imagen: La Luna del Tarocco Italiano (1845)