Texto de: Nieves Ríos
…Ella se cruzó con demasiadas piedras en su camino. Miles de desengaños debilitaron su corazón, hasta tal punto que cada latido era un nuevo desafío
Cansada, se sentó a esperar alguna respuesta a sus tantos porqués.
De pronto escuchó un ruido entre los matorrales que le encogió, aún más si cabe, su débil corazón.
Un escalofrío recorrió su cuerpo e instintivamente se llevó las manos al pecho, notando en él un calor ya olvidado y lloró desesperadamente.
-Ahora es tu elección – le dijo el Ángel, haciéndose presente – Sembraste y cultivaste el Amor a miles de kilómetros y no te importó recoger escasas cosechas. Ahora es el momento de sembrar en ti y verás que cada cosecha será más abundante que la anterior.
Ella no podía creerlo, de repente tenía todas las respuestas.
Levantó su mirada, buscó, pero no vio a nadie y, con la calma que da conocer el camino, se levantó y empezó a caminar.