De entre todas las sociedades secretas que han florecido en los últimos siglos, quizás sea la Golden Dawn (Amanecer Dorado) una de las más influyentes, no sólo por su capacidad para unir aspectos de diversas tradiciones ocultistas, sino por la excelencia de algunos de sus miembros. Entre estos, se contaban artistas, científicos, escritores, filósofos, políticos, empresarios y algún que otro futuro premio Nobel. Más allá del hecho comprobado de que los orígenes de esta Orden proceden de un fraude intelectual, lo cierto es que tanto el momento como el lugar, eran los apropiados para que se produjera esta conjunción de ideas y de talentos.
La Orden Hermética de la Golden Dawn fue una sociedad secreta que floreció en Inglaterra en los años finales del siglo XIX y en los comienzos del siglo XX. Sus fundadores fueron tres masones: William Robert Woodman, William Wynn Westcott y Samuel Liddell Mathers. Westcott fue el primer líder de la organización, y probablemente el ideólogo fundamental de la primera etapa que comenzó en 1888. A partir de 1897, el poder pasó a manos de Mathers.
Realmente, la Golden Dawn constaba de tres círculos concéntricos, donde el secretismo era la norma. De este modo, los adeptos del círculo externo desconocían la existencia de los círculos interiores, y sólo accedían a ellos a través de un escrutinio previo. En esto, la Golden Dawn seguía un esquema masónico, aunque a diferencia de las logias de su tiempo (y muchas contemporáneas), no se excluía a las mujeres, que participaban de modo igualitario.
El primero de los círculos, el más externo, era la propia Golden Dawn. Aquí se enseñaba a los adeptos aspectos de la cábala, los cuatro elementos clásicos (fuego, tierra, aire y agua), la astrología, la geomancia y el tarot. El segundo círculo, la orden interna, denominado «Rosa Roja y Cruz de Oro», enseñaba el uso de la magia, la alquimia, la adivinación a través de la videncia y el viaje astral. Existía un tercer círculo, denominado el de los «Jefes Secretos», cuyos miembros eran desconocidos. Supuestamente, este círculo más interno dirigía las actividades de la Orden desde otros planos de realidad, a través de la comunicación espiritual con los líderes de la Segunda Orden.
La historia de la Golden Dawn, se inicia en 1886, cuando ciertos manuscritos cifrados llegan a las manos del masón Westcott, quien dice haberlos descifrado en 1887. Estos manuscritos, según Westcott, contenían la dirección de una tal Anna Sprengel, aparte de una gran cantidad de información sobre temas herméticos, incluyendo el Tarot. Westcott afirmó haberse puesto en contacto con la señora Sprengel, quien manifestó estar en comunicación con ciertas entidades sobrenaturales, conocidas como los Jefes Secretos. A través de ese contacto, Westcott consiguió permiso para establecer un templo de la Golden Dawn en Inglaterra, con la ayuda de sus amigos Mathers y Woodman. Así se fundó el templo de Isis-Urania, en Londres, que fue seguido por otros en diversas ciudades de Gran Bretaña, así como en París.
Hacia 1891, Westcott afirmó que el contacto con la señora Sprengel se había perdido, lo que significaba la ruptura del vínculo con los Jefes Secretos. Pero un año después, Mathers afirmó haber establecido él mismo ese contacto directo, ya sin la intervención de ningún otro intermediario. A partir de ese momento, todas las enseñanzas procedían directamente de él, lo que llevó a ostentar todo el poder dentro de la organización.
Hoy en día se sabe que nunca existió una señora Sprengel y que toda la historia de los manuscritos no fue sino una invención de un grupo de masones que querían crear una sociedad basada en el estudio del ocultismo y la magia. Pero en aquel momento de fin de siglo, la historia cuajó y atrajo el interés de personalidades como el poeta W. B. Yeats, los escritores Sir Arthur Conan Doyle o Arthur Machen, la heredera del imperio del té, Annie Horniman, actrices como Florence Farr, el estudioso Arthur Edward Waite o la artista plástica Pamela Colman Smith, por citar unos pocos.
Sabemos que cada miembro de la Golden Dawn tenía que dibujar un Tarot propio, basado en un modelo que proporcionaba Moina Mathers, ya que el estudio de la baraja era un tema central en las enseñanzas de la Orden. Se realizaban ejercicios de meditación con las cartas y cada una de ellas estaba conectada con alguno de los rituales que realizaban los adeptos. Por este motivo, la Golden Dawn fue un caldo de cultivo para la re-creación del Tarot moderno, y por eso, han surgido diversos mazos de cartas a partir de las enseñanzas de la Sociedad. Todos estos tarots tienen una cierta conexión con la cábala y con aspectos como la astrología y la magia ceremonial, pero siguiendo los esquemas de pensamiento que se daban dentro de la Orden.
Las luchas abiertas dentro de la Golden Dawn comenzaron después de que Aleister Crowley entrara en los grados superiores de la sociedad gracias a su amistad con Mathers. Aparte de eso, Mathers se había instalado en París, dejando a Florence Farr como directora de las logias británicas. Esto debilitó su influencia dentro del grupo, permitiendo que otras personas tomaran posiciones más cercanas al poder. Así, creció el deseo de entrar en contacto con los Jefes Secretos y saltarse la tutela de Mathers, lo que llevó a una lucha abierta entre Yeats y Crowley, que acabó por desmembrar la Orden. Aun así, el legado de la Golden Dawn continuó en diversas organizaciones y sobre todo, en el mundo del ocultismo y del Tarot, hasta nuestros días.