…Ella sintió que había llegado el momento de su despertar y, por ello, decidió pedir perdón.
…Perdón por haber caído en las profundidades y no haber sabido nadar en ellas.
…Perdón por haber caído en el pecado del deseo y no haber sabido vivirlo con plenitud.
…Perdón por haber derramado tantas lágrimas y no haber sabido que solo eran por ella.
…Perdón por cada desgarro de su piel que dejaron en su cuerpo tantas cicatrices.
…Pidió perdón una y otra vez por tantas y tantas cosas vividas desde la CULPA y mientras se flagelaba con ello, descubrió que a ese Dios que le imploraba perdón, ese Dios… era… era Ella.
Imagen: Il Giudizio del Tarocco Italiano (1845)
