La vida de Aleister Crowley se podría resumir en tres palabras: sexo, dogas y magia. Pero también hay una cuarta palabra que es la que nos interesa aquí: tarot.
Aleister Crowley, «la bestia», «el hombre más malvado del mundo», o según uno de sus estudiosos: «alguien que nunca habló bien de nadie», era un personaje poliédrico del que es imposible abarcar todas sus caras.
Edward Alexander Crowley nació en el seno de una familia de fundamentalistas cristianos en 1875 en la región de los Midlands británicos. El ambiente religioso en el hogar natal es importante, ya que se crio en un ambiente donde prácticamente todo era pecado y estaba prohibido. La relación era especialmente difícil con la madre, quien no dudaba en denominar a su hijo con el nombre de «La Bestia». En cambio, Crowley admiraba a su padre, que murió cuando él tenía 11 años.
Habiendo recibido muy joven una parte de la herencia paterna, Crowley la dilapidó fumando y frecuentando prostitutas, con las que contrajo gonorrea. Pero ese sólo fue el primero de sus «pecados».
Recibió una buena educación en el Trinity College de Cambridge, aunque sus intereses juveniles se decantaron por el montañismo, el ajedrez y la poesía. Sus primeras escaladas se dieron en montañas de Inglaterra y Europa, pero años después, participaría en expediciones al Himalaya.
Su interés por el ocultismo le llevó a acercarse a la orden esotérica de moda a finales del siglo XIX, la Golden Dawn, donde ingresó con el nombre de «Perdurabo». No fue bien recibido en el templo Isis-Urania de Londres, y buscó la iniciación en los grados superiores de la mano del propio Samuel L. Mathers en París. Su choque con W. B. Yeats condujo a un cisma dentro de la Orden, que Crowley abandonó con un extenso conocimiento de magia, alquimia y tarot.
Tras viajar por distintos continentes, se casó con Rose Edith Kelly, aparentemente en un matrimonio de conveniencia. Su luna de miel, que resultaría ser muy importante para nuestra historia, los llevó a una nueva gira por el mundo.
Los extensos viajes de Crowley tienen un significado oculto que sólo ha sido conocido en años recientes. Ahora sabemos que el autor se había enrolado en los servicios de inteligencia durante la Primera Guerra Mundial y emitió informes desde todos los países que visitó, aparte de infiltrarse en diversas organizaciones. De hecho, algunos acontecimientos de su vida, como la expulsión de la Italia de Mussolini en el año 1923, se deben en parte a su actividad como espía.
Pero antes de eso, mientras disfrutaba de su luna de miel en El Cairo (Egipto) en 1904, Rose tuvo una serie de trances místicos que dieron origen a la nueva fe crowleyiana, la religión de Thelema.
Crowley, que era un buen propagandista de sí mismo, usó los escándalos públicos que generó a lo largo de su vida para atraer a un grupo de seguidores. Entre ellos cabe destacar a Leah Hirsig, con quien practicó magia sexual. Pero el número de sus amantes de ambos sexos es muy extensa. Además, Crowley era adicto a la heroína y a la cocaína, que destrozó su tabique nasal. Su primera esposa, Rose, acabó sus días internada en una institución a causa de su alcoholismo.
Fundó varias hermandades que, de un modo u otro, heredaron el espíritu de la Golden Dawn, entre ellas la Ordo Templi Orientalis (O.T.O.), que aún existe. A través de la O.T.O. conoció en 1938 a Frieda Harris, esposa de un miembro del Parlamento y pintora de gran talento. Entre ambos, surgió una gran amistad y admiración mutua.
Crowley sugirió la idea de crear un Tarot tradicional para ilustrar su obra «El Libro de Thoth». Harris, por su parte, puso énfasis en crear un mazo de cartas donde se pudiera sintetizar todo el conocimiento de Crowley. Así que es gracias a ella como tenemos el extraordinario Tarot Thoth.
Ni Crowley ni Harris vivieron lo suficiente para ver publicado el mazo de cartas en 1969. Él falleció en la pobreza en 1947, mientras que ella murió en 1962. Aún hoy, Crowley sigue siendo un personaje influyente en el mundo de la contracultura y la magia. Sin duda, para nosotros, su mayor legado, es el Tarot Thoth.