La carta tradicional del Sol muestra a un niño feliz y desnudo montando un caballo blanco, símbolo de pureza, energía vital y optimismo. El sol radiante ilumina la escena, simbolizando la claridad, la verdad, el éxito y la alegría pura. Los girasoles reflejan la conexión con la naturaleza y la vida. El muro suele representar límites o barreras superadas, un espacio seguro para el gozo.
En cambio, en el Suffle tarot, en vez de la figura infantil y abierta, aparece el Ermitaño, con su bastón y farol, tradicionalmente asociado a la búsqueda interior, la sabiduría y la soledad reflexiva. Mantiene el mismo escenario: el muro, los girasoles y el sol radiante, pero el foco pasa de la espontaneidad y la alegría externa a la profundidad del conocimiento interno iluminado.
El Ermitaño es el portador de luz, literalmente, con su farol. En la carta del Sol, esa luz ya no es la luz natural y expansiva del astro rey, sino la luz guiada, consciente y reflexiva. La claridad y la alegría del Sol en este mazo se viven desde una madurez interior y sabiduría cultivada, no desde la inocencia o espontaneidad. La luz del Sol se vuelve una luz interna, una iluminación fruto del auto-conocimiento. En lugar del niño que representa la energía vital exuberante, el Ermitaño sugiere que la alegría y el éxito se logran a través de la reflexión profunda y la comprensión interna.
El muro y los girasoles siguen presentes, simbolizando que el ambiente es propicio para la felicidad, pero ahora esta felicidad está mediada por un sentido de propósito y conciencia.
La soledad del Ermitaño, en este contexto, no es aislamiento ni tristeza, sino una soledad elegida, que lleva a la verdadera luz y claridad personal, entendiendo que la felicidad plena en la vida actual pasa por momentos de introspección y conexión con uno mismo.
Esta carta sugiere que la verdadera luz y éxito en la vida vienen acompañados de un proceso consciente de búsqueda interna y reflexión. La energía vital sigue presente, pero está equilibrada con la sabiduría que da la experiencia y el auto- entendimiento. Nos invita a valorar la introspección como camino hacia la alegría plena, entendiendo que la luz que ilumina nuestro camino también nace dentro.
